Cuando hablamos de contraseñas (claves o passwords es otra forma de llamarlas), alguno de quienes nos está leyendo recordará que la suya es la fecha de nacimiento de su hijo, el nombre de su mascota, el nombre de su novia, esposa, hijo, hija, madre combinado con el de otro amigo o familiar, o quizás la combinación 123456 o qwerty.
No es que tenga poderes psíquicos, sino que muchos de los estudios sobre contraseñas realizados marcan que la gran mayoría de ellas son débiles (es decir, fáciles de descifrar).
Con la gran cantidad de servicios que utilizamos a diario en Internet, necesitamos contar con usuarios y contraseñas para múltiples páginas: casillas de correo electrónico, banca virtual, foros, etc. Si tuviéramos que recordar tantas contraseñas como servicios utilizamos, seguramente comenzarían a confundírsenos o simplemente las olvidaríamos. Es por ello que mucha gente utiliza una única (o quizás dos o tres) contraseñas para todos los servicios que utilizan, y en muchos casos, las mismas son tan sencillas de recordar que cualquier persona que nos conozca puede averiguarlas.
Las contraseñas protegen información sensible de nosotros, y la información es dinero, dice alguna máxima leída por ahí. Es por ello que tenemos que preocuparnos en usar lo que se llaman contraseñas fuertes, difíciles de descifrar por personas que no somos nosotros.
Hay muchos artículos en Internet que describen cómo hacer lo anterior; entre ellos, les recomiendo la lectura de uno que, aunque antiguo, no ha perdido vigencia en sus consejos.
Lo ideal es:
- Crear contraseñas fuertes
- Tener una contraseña para cada servicio sensible (banca virtual, tarjeta de crédito, email)
- Tener otras contraseñas distintas para otros servicios
Lo anterior nos lleva a necesitar contar con varias contraseñas, y que sí son complejas, nos será difícil recordar. Si se da este caso, podemos usar un programa administrador de contraseñas como el KeePass, que nos permite guardar en forma segura nuestras claves y consultarlas, mediante una contraseña maestra única, cuando las necesitemos.
El mejor consejo es que el único lugar donde las contraseñas estén almacenadas sean nuestras neuronas, y nunca decírselas a nadie, pero lo anterior no está tan mal, dentro de todo.
Finalizando, use contraseñas fuertes, su información es importante, protéjala.
“is”
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